La Semana Santa
Es la semana más intensa del Año Litúrgico, en la cual
se reza y reflexiona sobre la Pasión y Muerte de Cristo.
Fuente: Catholic.net
La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo
el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en
una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta
semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios
de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que
esto nos trae. Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en
toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
A la Semana Santa se le llamaba en un principio «La Gran Semana”. Ahora se le llama
Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con
el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el
arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para
morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino
entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a
nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.
La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda
que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.
Domingo de Ramos:
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba
como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para
que las bendigan ese día y participamos en la misa.
Jueves Santo:
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los
pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en
el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la
Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los
Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a
aprehenderlo.
Viernes Santo:
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de
Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos
con un Vía Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.
Sábado Santo o Sábado de Gloria:
Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de
luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios
están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de
Jesús. Vigilia quiere decir » la tarde y noche anteriores a una fiesta.». En esta celebración se
acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran
fiesta de los católicos.
Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua:
Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús
venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de
salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de
la muerte a la vida.
La Pascua es… el paso del Señor
La Pascua es el Misterio más grande de nuestra fe.
Fuente: Catholic.net
Llegó la Pascua, la Pascua Florida. Llegó el Domingo de Resurrección.
Los vacacionistas regresaron….. Unos lamentablemente no
volverán. Salieron felices y anímosos pero ya no hubo regreso. Los
recordamos y pedimos por ellos.
La Pascua es el Misterio más grande de nuestra fe. Cristo ha
resucitado y la Muerte quedó vencida porque su Resurrección la mató. San Agustín nos dice:
«Mediante su Pasión. Cristo pasó de la muerte a la vida. La Pascua es el paso del Señor»
Ya dejamos atrás los días de Pasión y muerte Seguiremos venerando la cruz que fue el
medio que nos hizo cruzar a la otra orilla de luz y de vida eterna. Sin cruz…. no se llega. No
se alcanza la resurrección. ¡Cristo resucitó y su tumba quedó vacía!.
Volvemos a los días de trabajo, a la rutina… ¿qué ha dejado este paso de Dios en
nuestras almas? ¿ Podemos decir si nuestra Pascua ha sido «hacia adentro, hemos sentido que
el Señor ha pasado y ha dejado alguna huella de su paso por nuestra vida»?
Jesús realiza la Pascua. Jesús pasa al Padre. ¿Es solo Él quien pasa de este mundo al
Padre? ¿Y nosotros ?…
Dios es Omnipotente y puede hacerlo TODO, pero… «no puede» obligarnos a tener un
corazón arrepentido. Nos deja en libertad para amarlo o para ofenderlo, para querer estar
unidos a El o para olvidarlo y esa libertad es tan traicionera que nos puede DAR o QUITAR el
derecho a nuestra propia y gloriosa resurrección. Porque resucitar eso si, lo haremos todos. Ya
que así lo decimos y creemos en nuestro Credo – creo en la resurrección de los muertos.
Lo que hemos vivido estos días no puede pasar sin dejarnos algo. sin dejarnos una huella
en el alma, ahora que proseguimos el camino de nuestro quehacer de siempre.
Cristo resucitó y los apóstoles, uno a uno, dieron su vida por esta VERDAD que
deslumbra.
Pedro comió y bebió con Jesús después de su Resurrección, Tomás metió sus dedos en
las llagas del Cristo resucitado y Pablo nos recuerda que si hemos resucitado con Cristo por el
Bautismo, debemos de vivir la nueva vida en espera de su regreso y tenemos el compromiso
de llevar por el mundo la palabra de Dios.
Ellos murieron por esta Verdad, y su sangre derramada nos dio la fuerza para, a pesar del
tiempo y la distancia, seguir por el mismo CAMINO que nos marcaron las huellas de CRISTO.
¡Felices Pascuas para todos!