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DONES DEL ESPÍRITU SANTO

DON DE SABIDURÍA. 

El Don de la Sabiduría nos permite conocer el plan de Dios, acercarnos a su realidad de amor y aprender a vivirla de forma cada vez más completa. El Espíritu de Sabiduría nos facilita encontrar y experimentar la realidad amorosa del Reino de Dios. También conocido como «espíritu de discernimiento» nos ayuda a distinguir lo que nos conduce hacia Dios, aquellas cosas que realmente hacen referencia a él. De esta forma podemos entender lo que nos favorece o perjudica. La sabiduría es la obra del Espíritu Santo en nosotros para ver una nueva visión del mundo según los ojos de Dios, no basada en nuestros prejuicios y limitaciones. Además, la sabiduría trae el gusto por la Palabra de Dios.

DON DE INTELIGENCIA O ENTENDIMIENTO.

El Don de la Inteligencia, también conocido como entendimiento, nos permite reconocer a Dios, avanzando más allá de las apariencias y ayudando a nuestra fe. El Espíritu de Inteligencia nos da un conocimiento de los misterios de la fe, de la verdad revelada, de la profundidad de Dios. El espíritu de inteligencia ilumina nuestra mente de forma que no nos quedemos con lo superficial. Es quien nos ayuda a comprender en profundidad la Palabra cuando la leemos o escuchamos.

DON DE CONSEJO.

El Don de Consejo nos aporta la posibilidad de valorar entre las diferentes opciones y caminos que se abren para nosotros. El Espíritu de Consejo nos ayuda a distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso para poder tomar decisiones con acierto. También el Espíritu de Consejo nos permite aportar una palabra de ayuda a otras personas que buscan seguir la voluntad de Dios, saber escuchar y si se nos solicita, orientar. El Espíritu Santo, por su don de consejo nos puede ayudar en los grandes momentos de la vida, pero también en los más pequeños y corrientes, aportándonos prudencia, confianza y paciencia. Cuando lo acogemos en nuestro corazón el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios.

DON DE FORTALEZA.

El Don de la Fortaleza nos aporta el ánimo y la confianza necesarios para hacer frente a las dificultades, para superar los obstáculos de la vida del creyente. El Espíritu de fortaleza vence el temor de los peligros, nos da firmeza en nuestras decisiones, aunque comporten dificultad. La fortaleza nos hace comportarnos como profetas, denunciando las injusticias con coraje. Es la valentía para enfrentarse a las dificultades del día a día de nuestro compromiso como cristianos. Hay ejemplos heroicos de perseverancia y firmeza incluso hasta dar la vida, como es el caso de los mártires. También hay infinidad de casos de hombres y mujeres santos que luchan en el día a día. Personas que desde el silencio de su vida cotidiana son modelos de generosidad y llevan adelante su vida, su familia, su trabajo y su fe con fortaleza.

DON DE CIENCIA.

El Don de la Ciencia nos facilita la comprensión de la creación como obra de Dios y como parte de las señales que nos llevan a él. Nos abre a la contemplación de Dios, en la belleza y grandiosidad de la creación. El Espíritu de ciencia nos aporta el sentido de gratitud ante la grandeza de la creación. No solo grandeza, sino también ante la belleza de la naturaleza o del ingenio creador y artístico de la humanidad. La ciencia, como don del Espíritu Santo, nos permite entender cómo la mano de Dios está detrás de todo lo creado, nos hace apreciar correctamente las cosas de forma que podamos encontrar en ellas las huellas de Dios. El Espíritu Santo, con su don de ciencia no se limita a facilitarnos el conocimiento humano: aún más importante, nos lleva a captar en la creación la relación profunda con el amor de Dios.

DON DE PIEDAD.

El Don de la Piedad hace crecer nuestra relación con Dios, llevándonos a vivir como hijos e hijas suyos. Al fomentar la consideración de Dios como Padre, genera un sentimiento fraternidad con toda la humanidad. El Espíritu de piedad nos ayuda a estar abiertos a la voluntad de Dios. Quita de nuestros corazones la división y lo alimenta de comprensión, tolerancia y perdón. El Espíritu Santo, por el don de la piedad, nos invita a construir la civilización del amor como fruto de la comunión con Dios. Volcar este amor de Dios hacia los demás y a reconocerlos como hermanos y hermanas. Piedad significa ser capaces de gozar con quien experimenta alegría, llorar con quien llora, consolar a quien está afligido, acoger y socorrer a quien pasa necesidad.

DON DE TEMOR DE DIOS.

El Don del temor de Dios nos recuerda lo pequeños que somos, la humildad que debemos tener para permanecer y crecer con él. El temor de Dios es muy diferente del miedo. El miedo es lo contrario a la fe y todos los dones del Espíritu apoyan y aumentan nuestra fe. Jesús insiste en que no debemos tener miedo a Dios, Padre que nos ama y perdona siempre. El Espíritu de temor de Dios nos invita a abandonarnos con confianza en las manos de Dios que nos quiere. A poner la voluntad de Dios por encima de nuestros planes personales. Cuando apoyamos en Dios todas nuestras preocupaciones y expectativas él nos envuelve y sostiene.El temor de Dios es la preocupación por no tener a Dios en nuestras vidas y apartarnos de él, es la consciencia de que necesitamos su amparo y su gracia. Nos vuelve dóciles a su voluntad y hace brotar de nosotros el reconocimiento y la alabanza, llenando nuestro corazón de esperanza.